Y es que, ahí, sin hacer ruido, en un rinconcito, sin querer llamar la atención aunque sea una de las personas más importantes para ti, estará ella. Cuando te vea aparecer aunque en ese momento no la mires te tirará besos de abuela, esos que solo ella puede darte y que suenan tanto y tan bien, se emocionará como nadie, sentirá que es su día también.
Tuve la inmensa suerte de tener a mi abuelita a mi lado ese día, la única que me quedaba de mis cuatro abuelos, tuve la suerte de que unas semanas antes me la pudiera llevar a una de las últimas pruebas de mi vestido por el centro de Madrid y luego nos tomáramos una fanta juntas, que se sintiera parte de todo aquello que me llenaba tanto de ilusión, tuve la suerte de poder mirarla cuando llegaba a la ceremonia y ver lo emocionada que estaba, tuve la suerte de que sus preciosos ojos azules se clavaran en mi emocionada cuando le regalé un ramo de flores enorme mientras sonaba Madrecita del alma querida... Tuve la suerte de poder achucharla, de poder preocuparme por ella, de poder sentirla ahí, tuve esa suerte. Tuve la suerte de saber que la necesitaba a mi lado. No todos los novios y novias lo saben, no siempre se acuerdan, no siempre le dan un espacio especial a los abuelos. Yo tuve esa suerte de darme cuenta que ella tenía que estar ahí, a mi lado. Como siempre había estado.
Hace más de dos años que mi "abuelita sabia", como yo la llamaba, es una estrella que brilla en el cielo cada noche y no hay día que no me acuerde de ella, que no escuche su voz, que no recuerde alguna cosa suya, su olor, sus manos, sus migas que le salían tan ricas y no hay día que no recuerde algún detalle suyo en mi boda. Si tienes la inmensa suerte de que te acompañe en tu gran día, tenla muy cerquita de ti, cógela de la mano, achúchala... Será uno de tus regalos más inolvidables y te acompañarán en la eternidad.
Dedicado a las abuelitas de San Blas que se van
andando hasta la Cruz para ir a comprar porras ❤️
No hay comentarios:
Publicar un comentario